Antes del
América-Guadalajara, el partido que más expectación causaba entre la afición
capitalina, era el que disputaban dos equipos ahora caídos en desgracia: Necaxa
y Atlante.
El Necaxa, inicialmente conocido con el mote
de “Electricistas” fue fundado el 21 de agosto de 1923, cuando la Compañía de
Luz y, entonces dirigida por el inglés William Frasser, decidió fusionar los dos
equipos que le pertenecían: “Luz y
Fuerza” y “Tranvías”.
El nombre de Necaxa, por cierto, viene de un
río poblano que en ese entonces era el que generaba la energía hidroeléctrica
necesaria para iluminar la capital.
Los “Electricistas” debutaron en la Liga
Mayor en el torneo 23-24, mientras que su futuro rival: los “Prietitos” del
Atlante, pese a haber sido fundado desde 1916, jugaría en ligas “llaneras”
hasta 1927, cuando el equipo fue aceptado en la máxima categoría del balompié
mexicano.
La rivalidad comenzó a forjarse en 1932,
cuando ambos equipos terminaron empatados en el primer lugar de la tabla y
debieron jugar una serie extra para dirimir al campeón. Aquellos eran los
tiempos de Manuel “Chaquetas” Rosas, Juan “Trompito” Carreño, Dionisio “Nicho”
Mejía y Felipe “Diente” Rosas, ídolos azulgranas, así como de Ernesto Pauler
(portero austriaco),Antonio Azpiri, Ignacio “Calavera” Ávila y Luis “Pichojos”
Pérez, íconos rojiblancos.
Se jugarían tres juegos, el que ganara dos
sería el vencedor. En el primer encuentro, triunfaron los atlantistas 3-2,
luego, ambos empataron a un gol y en el tercero, los azulgrana se impusieron
1-0, lo que les dio su primera corona en el futbol organizado.
No obstante, la revancha se consumaría muy
pronto, pues en el torneo 32-33, el campeonato también se dirimiría entra los
mismos contendientes. La venganza rojiblanca fue implacable. En una tarde de
ensueño, Necaxa “electrocutó” ¡9-0! a los atlantistas.
Este acontecimiento consolidó una rivalidad
que apasionaría como ninguna otra a las multitudes durante los siguientes diez
años, hasta 1943, cuando los directivos necaxistas, reacios a aceptar el
profesionalismo, decidieron retirar su equipo de la competencia.
La ausencia de los “Electricistas” sólo
duraría siete años, pero la pasión que generaba entre los aficionados su
clásico con Atlante no volvería a ser la misma jamás.
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