Hay
algo mágico en la inocencia. Es una etapa tan feliz y tan efímera a la vez, que
nos gastamos la vida en nostálgicos y vanos intentos de recuperar y revivir
esos cándidos años conocidos como “la infancia”; no es casualidad que incluso
se tenga un día especial para celebrarlo.
El
fútbol, como muchas otras cosas, sigue siendo en esencia un lugar destinado
para el niño. Y no me refiero con ello a que sólo los infantes, los menores de
edad tienen derecho a disfrutar del juego, sino que todo aquel que se dispone a
jugarlo, por noventa minutos deja que ese niño interior al que tanto añoran –o
que tano han escondido, dependiendo del caso- pueda dar rienda suelta a esas
emociones primarias que lo mueven, que lo nutren, que lo definen. Jugar al
fútbol no implica tener un balón de moda, portar una playera vendida por
millones alrededor del mundo, pisar los campos más exclusivos, salir en el
último comercial de una marca deportiva ni tampoco el ser retribuido
económicamente por ello; todos son valores añadidos culturalmente. La esencia
del juego es divertirse, es soñar e ilusionarse, es construir la realidad a
partir de la fantasía y la emoción de hacer las cosas por el simple hecho de
disfrutarlas.
Cuando
la pelota rueda –y no necesariamente tiene que ser una pelota, una lata vacía o
una piedra bastan- dejamos salir a ese niño, ese que muchas veces callamos y
desoímos con nuestro confort, con nuestras tribulaciones, nuestros problemas,
nuestros prejuicios y nuestras propias barreras. Cuando metemos un gol, el
grito es sincero; cuando fallamos, la culpa también lo es. Que nunca se nos
olvide el origen, algunos podrán ser superestrellas del balompié, pero ¿cuántos
de ellos siguen sonriendo al patear el balón en Wembley o el Azteca como cuando
gambeteaban en el barrio?
Esa
es la sonrisa que nunca debemos dejar que se borre, por más fama, alcohol,
dinero y mujeres que nos rodeen. Ese es el niño interior que todos llevamos
dentro y con el que debemos aprender a convivir, al que debemos cuidar y nunca,
pero nunca dejar de querer.
Feliz
día del niño a todos ustedes.
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