Por: CHRISTIAN ESPINOSA FRAGOSO
En 2009, un Barcelona que parecía caer en el siempre duro Stamford Bridge, se enfrentó en una de las Semifinales de Champions League más emocionante de los últimos años al Chelsea; un equipo musculoso, bien dirigido y con jugadores letales en la zona ofensiva tenía en la lona a los de Guardiola con un golazo de Essien. El partido de ida en el Camp Nou marcó igualada a cero, y todo quedó para la vuelta en Londres. Los ingleses aplicaron un cerrojo casi perfecto, le prestaron el balón al Barcelona pero con base en su fuerza física y orden lograron erradicar cualquier avance de Messi, Samuel Eto y compañía; es más, las jugadas de peligro eran del Chelsea por medio del contrataque y del juego aéreo y físico de Drogba. La polémica arbitral no se hizo esperar, los blaugrana sufrieron la expulsión de Abidal al 65, pero justo en los momentos finales el arbitro no marcó un balón que fue a las manos de Piqué y la bomba de reclamos de los “bleus” no tardó en explotar. Fue el “ángel español” Andres Iniesta quien en todo el juego intentó por doquier perforar la zaga rival, pero fue hasta la compensación a los 90+3 cuando a pase de un desaparecido Messi -quien se encontró con un pésimo despeje-, tocó suave hacia el centro e Iniesta disparó franco, metiéndole entre el empeine y la parte externa de su botín derecho para proyectar un balazo al ángulo, batió a Cech y el Barcelona ganó su boleto a la Final para disputar la orejona en aquella edición en Roma, pese el repudio de la hinchada local que no lo podían creer. Para muchos ese encuentro el Barcelona no lo merecía ganar.
En 2009, un Barcelona que parecía caer en el siempre duro Stamford Bridge, se enfrentó en una de las Semifinales de Champions League más emocionante de los últimos años al Chelsea; un equipo musculoso, bien dirigido y con jugadores letales en la zona ofensiva tenía en la lona a los de Guardiola con un golazo de Essien. El partido de ida en el Camp Nou marcó igualada a cero, y todo quedó para la vuelta en Londres. Los ingleses aplicaron un cerrojo casi perfecto, le prestaron el balón al Barcelona pero con base en su fuerza física y orden lograron erradicar cualquier avance de Messi, Samuel Eto y compañía; es más, las jugadas de peligro eran del Chelsea por medio del contrataque y del juego aéreo y físico de Drogba. La polémica arbitral no se hizo esperar, los blaugrana sufrieron la expulsión de Abidal al 65, pero justo en los momentos finales el arbitro no marcó un balón que fue a las manos de Piqué y la bomba de reclamos de los “bleus” no tardó en explotar. Fue el “ángel español” Andres Iniesta quien en todo el juego intentó por doquier perforar la zaga rival, pero fue hasta la compensación a los 90+3 cuando a pase de un desaparecido Messi -quien se encontró con un pésimo despeje-, tocó suave hacia el centro e Iniesta disparó franco, metiéndole entre el empeine y la parte externa de su botín derecho para proyectar un balazo al ángulo, batió a Cech y el Barcelona ganó su boleto a la Final para disputar la orejona en aquella edición en Roma, pese el repudio de la hinchada local que no lo podían creer. Para muchos ese encuentro el Barcelona no lo merecía ganar.
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