Ahora que el yucateco Henry
Martín ha sido convocado a la selección nacional, es un buen momento para
recordar al primer jugador destacado que brindó la península: Carlos Iturralde.
Carlos Iturralde Rivero nació el 7 de junio
de 1926 en Mérida. Hijo del gobernador del estado, hizo estudios en Francia, en
donde se aficionó al balompié. Regresó a México a inicio de los años 40 e
inicio su trayectoria profesional con el equipo capitalino Asturias en 1945.
Durante cinco años vistió los colores albiazules y en este lapso anotó 41
goles, lo que lo coloca como el tercer máximo goleador del “Equipo de la
Casona”, solo detrás de los argentinos José Menéndez y Roberto Aballay. En 1948
jugó algunos partidos con la selección mexicana, pero una fuerte lesión le
impidió llegar al mundial de Brasil.
En 1950, pasó a las Chivas, con las que sólo
jugó una temporada, sin mucha fortuna. Posteriormente llegó al América,
convirtiéndose en uno de los primeros jugadores en vestir las playeras de los
dos equipos más afamados de nuestro país.
Tuvo muy buenas campañas con el Necaxa,
retirándose con la playera azulgrana del Atlante en 1958. Cabe decir que nunca
fue expulsado a lo largo de su trayectoria profesional.
Más tarde se dedicó a la dirección técnica,
siendo entrenador de Pumas en 74-75 y de Atlante en 75-76, sufriendo el primer
descenso del equipo azulgrana. Asimismo, dirigió en Segunda División al
Morelia, al Querétaro, al Cuautla y al Yucatán. Asimismo, fue periodista
deportivo y escribió tres libros: Amistad
entre Patadas, Futbol en Yucatán y Manual
Práctico para Entrenar Niños.
En 1987, se inaguró, en Mérida, el estadio Carlos
Iturralde Rivero, que hasta la fecha es la casa de los Venados de Yucatán.
En 1993 recibió una medalla al mérito
deportivo, siendo considerado el futbolista yucateco más destacado de todos los
tiempos.
Murió en 2008 y sus cenizas fueron
esparcidas por el campo de juego del estadio que lleva su nombre.
Buena historia. Muy buena vida tuvo Don Carlos.
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